viernes, 26 de abril de 2013

FRAGMENTO DE "CHILE PRIMORDIAL"


   ALMA, El Gran Ojo Humano.
   Por Waldemar Verdugo Fuentes.

   Actualmente el más poderoso instrumento de observación del cielo es el Radiotelescopio de Atacama al que se nombra ALMA, ubicado a unos 50 km al este de San Pedro de Atacama, en el Llano de Chajnantor de la cordillera de San Pedro, subiendo en la mitad del Desierto de Atacama, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, y distante unos 1.600 km al norte de Santiago de Chile: son 66 antenas móviles, cada una con espejos de entre 7 y 12 metros de diámetro y entre 40 y 60 toneladas de peso, con distancia entre cada antena de hasta 10 kilómetros, inaugurado formalmente en marzo de este año 2013, aunque en uso desde el 1 de Octubre de 2011, cuando se pusieron en operación las primeras 12 antenas del complejo: aquella vez, cuando abrió los párpados el Gran Ojo Humano captó la imagen astronómica de las dos galaxias Antenas, que chocan una contra otra, ubicadas a 50 millones de años luz de nosotros, logrando una inicial resolución angular mayor que la del telescopio espacial Hubble y una sensibilidad 10 veces mayor que cualquier otro instrumento construido por la humanidad. Ahora, desde hace un mes elabora mapas de más de 100 de las galaxias con cualquier formación estelar en el universo en tan sólo unas horas: la información sobre esta cantidad de galaxias había sido recopilada hasta hoy tardando más de una década de observaciones con los telescopios que existían.
   La palabra ALMA es una sigla (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) para identificar el Observatorio principal del Gran Conjunto de Radiotelescopios de Atacama, que se planificó durante 30 años y tardó otros 10 en su construcción. El proyecto que lo creó es una colaboración entre Europa, América del Norte y Asia Oriental en cooperación con Chile. ALMA está financiado en Europa por el Observatorio Europeo Austral (ESO), en América del Norte por la fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos (NSF) en cooperación con el Consejo Nacional de Investigación de Canadá (NRC), en Japón por los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales en cooperación con la Academia Sinica (AS) y el Consejo Nacional de Ciencias (NSC) de Taiwán. La construcción y operación de ALMA estuvo dirigida por ESO en representación de Europa, por el Observatorio Radioastronómico Nacional de Norteamérica (NRAO) -gestionado por Associated Universities, Inc. (AUI)- en representación de América del Norte; y por el Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ) en representación de Asia Oriental. Este que es el más potente ojo humano que escudriña los cielos, arranca del interés de Chile por abrir su espacio aéreo al planeta y es una fusión de ideas, con sus raíces en tres proyectos astronómicos: el Millimeter Array (MMA) de los Estados Unidos, el Large Southern Array (LSA) de Europa, y el Large Millimeter Array (LMA) de Japón.
   El director de administración de ALMA es el astrónomo francés Pierre Cox, reconocido en el mundo científico por sus observaciones milimétricas e infrarrojas en las regiones de formación estelar, evolución de estrellas y galaxias de alto desplazamiento al rojo, autor de importantes artículos científicos, antes fue director en Francia del IRAM (Institut de Radioastronomie Millimétrique). Desde la década de 1990 fue miembro fundador del Comité Científico Asesor Europeo de ALMA, apoyando y promoviendo el proyecto tanto con las agencias científicas como con las que lo financian. En 2007 lideró el comité de revisión del plan de operaciones del gran ojo. Está muy orgulloso de su trabajo en Chile. Dice: -Este mes de marzo, marcó la finalización de la instalación de todos los sistemas principales y la transición formal de un proyecto en construcción a un observatorio totalmente capacitado. Capaz de observar el universo detectando un rango de luz invisible para el ojo humano, ALMA nos comienza a mostrar detalles antes nunca vistos del nacimiento de las estrellas, galaxias jóvenes en el universo temprano y planetas formándose alrededor de soles distantes. También descubre y mide la distribución de las moléculas que se forman en el espacio y hay entre las estrellas, esenciales para la vida. El conjunto de antenas, cincuenta y cuatro de 12 metros y doce más pequeñas de 7 metros, trabaja como un único telescopio. Cada antena recoge la radiación proveniente del espacio y la enfoca a un receptor. Las señales de las antenas se juntan y se procesan en un computador especializado: el correlador de ALMA.
   Este correlador, cuyo nombre viene de la operación matemática de correlación, es el factor que mide el parecido entre dos señales, que en la práctica normal se utiliza en los radares: donde aparece el tope máximo de la señal es el tiempo que tardó la señal en regresar. Con este tiempo y conociendo la velocidad de la onda se calcula la distancia al objeto. Este súper computador de ALMA es único en el mundo en su especialidad, tiene más de 134 millones de procesadores y efectúa hasta 17 mil billones de operaciones por segundo. Hoy, el computador más rápido que existe es el Titan de Cray Inc., que realiza 17.590 billones de operaciones de cálculo por segundo, pero es de uso general. Siendo único en su función, ALMA es el ojo terrenal más poderoso que observa el Universo frío, nos entrega información que viene de la explosión original, nuestro despertar, y puede detectar la presencia de químicos que indican la presencia de vida en galaxias lejanas. Nuestro gran ojo nos muestra desde el gas molecular y el polvo, hasta los vestigios de la radiación del Big Bang. Estudia los componentes básicos de las estrellas, los sistemas planetarios, las galaxias y la vida misma. Proporciona a los científicos imágenes detalladas de estrellas y planetas naciendo en nubes de gas cerca de nuestro Sistema Solar y detecta galaxias distantes en formación en los límites del Universo observable, que vemos tal y como era hace unos diez mil millones de años.
   Uno de los jefes científicos del proyecto, el eminente astrónomo inglés Richard Hills, quien ha realizado aportes singulares en la correlación de datos acerca de los efectos de la atmósfera en la recepción de la señal desde sus comienzos, dice: “La apertura de ALMA refuerza la posición de Chile como punto neurálgico de la astronomía mundial. El país ya tiene los mejores telescopios ópticos o infrarrojos, y tiene varios proyectos en desarrollo. Ahora, técnicamente tiene el más poderoso instrumento para escudriñar el cielo. Es difícil que alguien logre o intente realizar otro proyecto igual, no tiene ningún sentido, por lo que hay en el mundo mucha competencia por usar ALMA”. Enfatiza que funciona como un solo gran telescopio de 15 kilómetros de diámetro, teniendo a más de 500 personas trabajando día y noche, en “la construcción astronómica más avanzada en mecánica, electrónica y computación que existe en el planeta”, dice Martin Mündnich, ingeniero chileno que forma parte del equipo operando en uno de los lugares más secos de la Tierra, donde imperan condiciones inmejorables para la observación, trabajando en un observatorio de primera línea, aunque “en condiciones muy duras, por la altura sequedad, lo que supone todo un reto”, ya que Chajnantor supera en unos 750 metros de altura al observatorio de Mauna Kea y en unos 2.400 metros al de Cerro Paranal, donde se ubica el Very Large Telescope (VLT).
   El directorio de ALMA lo integra en representación de Chile la profesora del Departamento de Astronomía (DAS) de la Universidad de Chile, Mónica Rubio López, con una destacada trayectoria en la consolidación del programa de Astronomía de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT). Entre los destacados logros recientes de la astrónoma chilena Mónica Rubio, anotemos que ella descubrió hace un par de meses por primera vez monóxido de carbono en otra galaxia. El estudio titulado Carbon monoxide in clouds at low metallicity in the dwarf irregular galaxy WLM y publicado el 27 de marzo de este 2013 en la revista científica Nature, confirmó la presencia de moléculas del compuesto igual al que se encuentra presente en el smog de los cielos de Santiago la capital, en la galaxia irregular WLM, a través del telescopio APEX (Atacama Pathfinder Experiment) ubicado a 5.100 metros de altura en la Región de Antofagasta. El hallazgo que realizó la profesora Mónica Rubio y su compañera también astrónoma Celia Verdugo, estudiante de Magíster del DAS en el momento del descubrimiento, permite ubicar espacios exteriores donde es posible la vida semejante a la química humana. 
   El descubierto monóxido de carbono, parte primordial del smog, que ha sido captado por primera vez en este tipo de constelaciones, además entrega nueva información sobre el proceso de formación de estrellas en los inicios del Universo. Dice la maestra astrónoma Mónica Rubio: -Si no hay monóxido de carbono no sabemos si hay hidrógeno molecular, y esta última es indispensable para la formación de estrellas en galaxias como la nuestra o parecidas. Al comprobar que existe, abrimos caminos más seguros de exploración. Nunca se había detectado está molécula en este tipo de galaxias. Para nosotras, dos astrónomas chilenas, es un halago el reconocimiento que nos ha hecho la comunidad científica mundial, pero consideramos que aquí se trata de hacer bien el trabajo de cada cuál, para hacer las cosas mejor, a la manera en que enseñaba Gabriela Mistral por estos valles.
   Hasta ahora los astrónomos no lograban comprender cómo las galaxias de baja metalicidad, es decir con poca cantidad de elementos químicos como carbono y oxígeno, lograban formar estrellas pese a no tener los "ingredientes necesarios”, dice la profesora Mónica Rubio, para quien entender el proceso mediante el cual nacen nuevas estrellas, es, además, "fundamental para comprender la evolución del universo. Siempre dudamos si es que estas galaxias tenían o no CO, un elemento de nombre carbonilo, que es un carbono unido a un oxígeno, señal de vida, se dudaba porque tenían muy baja cantidad de ingredientes o porque no teníamos los instrumentos adecuados para detectarlo, pero lo logramos. Ahora, con el adelanto técnico que significa ALMA para la astronomía, se podrá obtener información más precisa, en relación a este aspecto, estudiaremos en mayor detalle el hallazgo de monóxido de carbono en esta galaxia, para seguir entendiendo el proceso de formación estelar en escenarios tan complejos como lo fue el inicio de nuestro Universo.” La investigación que llevó a este descubrimiento realizado por la profesora Mónica Rubio fue una de las pioneras aprobadas entre las 1.133 propuestas presentadas por la comunidad científica internacional para usar ALMA, que se convirtió en el telescopio más sofisticado de la historia, observando un lugar elegido de las estrellas, con su súper computador procesando toda la información para crear una sola señal, como un súper ojo observando con mirada humana los cielos.
   El proyecto de trabajo de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile, contempla promover la instalación de nuevos proyectos astronómicos en la zona. En el área comprendida por el Parque Astronómico de Atacama, se cuenta con otros observatorios, cada uno de ellos en diferentes etapas de desarrollo. Anotemos que en el cerro Toco se encuentra instalado el proyecto experimental ACT (Atacama Cosmology Telescope) a 5.200 metros. En el cerro Chajnantor a 5.640 metros de altura está instalado el proyecto TAO (Tokyo Atacama Observatory) el cual cuenta con un telescopio experimental de 1 metro de diámetro, siendo éste el telescopio a mayor altura en el mundo. En el mismo cerro Chajnantor a 5.570 metros se encuentra instalada la estación de monitoreo del proyecto CCAT (Cornell Caltech Atacama Telescope), donde las excepcionales características obtenidas durante el período de monitoreo, ha incentivado a los representantes de CCAT a manifestar al gobierno de Chile, a través del Programa de Astronomía de CONICYT, su interés de instalar un telescopio de 25 metros, el cual se convertirá en el telescopio de mayor dimensión operado a dicha altura.
   Particularmente, respecto a ALMA, en 2004 fue que terminó la última etapa del largo proceso para asegurar el enclavamiento del complejo sitio por 50 años, con tres decretos emitidos por la República de Chile y la firma de dos contratos. Se decidió que el proyecto final sería de costo compartido 37,5% / 37,5% / 25% entre Norteamérica, Europa y Japón, respectivamente. Más de 14 organismos gubernamentales chilenos estuvieron involucrados en las negociaciones con las organizaciones internacionales involucradas. Este proceso incluyó el establecimiento de AUI en Chile con los mismos derechos y privilegios que ESO, la obtención de derechos mineros exploratorios para el sitio por parte de AUI, el establecimiento de una reserva científica que incluye el sitio por parte del gobierno chileno, el permiso para que ESO creara un nuevo sitio de observación (APEX), la aprobación de un estudio de impacto ambiental, la compra de tierras para la instalación de operaciones a mediana altura (OSF), acuerdos de concesión y servidumbre para el lugar y su camino de acceso, aprobación de una zona reservada de coordinación alrededor del sitio para proteger contra la interferencia de radiofrecuencia, un acuerdo con el gobierno regional para apoyar actividades culturales, educativas y productivas y un acuerdo relacionado con la participación de astrónomos chilenos de un 10 por ciento del tiempo de observación.
   Esta puerta que abre Chile al desarrollo astronómico mundial ha sido un aliciente para un país que desde la antigüedad tiene centros ceremoniales donde los observatorios primitivos de las estrellas eran comunes, y lo ha involucrado en el desarrollo de la investigación científica de primer nivel. De los volúmenes de datos a gran escala que generan los observatorios astronómicos instalados en Chile, sólo ALMA genera casi un TB de datos por día, creando oportunidades de desarrollo para cubrir la necesidad de disponer de nuevas herramientas de análisis, y dando origen a nuevos campos como Astro-Data, Astro-Ingeniería y Astro-Informática. Los astrónomos chilenos con quienes he conversado, están de acuerdo en que este es un momento de gran desafío a nivel profesional, por el requerimiento de astrónomos nacionales que son necesarios, así como recursos para cubrir la demanda técnica que ha significado, en especial, ALMA. Ellos requieren disponer de una conectividad a altas tasas de transmisión de datos, archivar datos que exigen grandes capacidades de almacenamiento, y el análisis de estos datos. Un objetivo inmediato es implementar un Observatorio Virtual, es decir, una plataforma abierta para acceder virtualmente a la gran cantidad de información que llega desde el espacio exterior. Se trata de una innovación a nivel país, porque aún cuando ahora la mayor cantidad de datos se procesa fuera de Chile, el objetivo es que llegue a realizarse todo el proceso en el país, para lo cual existe en pañales un proyecto de formación que involucra a la Universidad de Chile, Católica, Universidad Técnica Federico Santa María, de Concepción y de Santiago, entre los pioneros.  En el país, para astrónomos chilenos y de otras latitudes, existe apoyo a la investigación con aportes nacionales de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (CONICYT) a través del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT), del  Centro de Astrofísica FONDAP, así como de fondos concursables de los Departamentos de Astronomía de universidades chilenas.


   El sentido de la vida es algo a lo que nos enfrentamos desde que nacemos, porque sabemos el final si pensamos en la muerte. Entre tanto, cruzamos direcciones. Antes del siglo XX se iluminaba el camino científico refutando a la religión con sus descubrimientos, o el camino religioso prohibiendo a la ciencia ocuparse de la Causa Primera, entonces territorio divino. Desde entonces, nuestro universo se volvió cada vez menos material, menos comparable a una máquina y más semejante a un vasto pensamiento. Hoy se dice que el universo nació de una explosión que provocó la expansión de la materia, que podemos observar en las galaxias que continúan alejándose empujadas por ese big bang original. He conversado con el astrofísico de la NASA y profesor Nolan S. Whitaker, con treinta años de experiencia en su oficio, quien se encuentra en Chile apoyando la instalación de un observatorio astronómico en el Valle del Elqui dentro del proyecto ALMA que comenzó sus operaciones este año 2013.
   Dice el profesor S. Whitaker que su trabajo siempre le depara sorpresas y lo enfrenta a nuevos desafíos; uno que le ocupa ahora es aportar con su conocimiento para encontrar una solución y manejar los desechos espaciales, que a los astrónomos y físicos preocupa por el aumento de basura que gira alrededor de la Tierra. Narra que antes de venir a trabajar a Chile, hace unas pocas semanas, hubo una colisión entre un satélite estadounidense y un satélite militar ruso, que chocaron en el mayor accidente de este tipo en el espacio, dejando dos nubes de escombros que están siendo evaluadas, debido a los riesgos que podrían comportar sobre la Estación Espacial Internacional (ISS) y otras naves: -La colisión ocurrió a 790 kilómetros de altitud sobre el cielo de Siberia entre un satélite Iridium-33 y un satélite militar ruso Kosmos-2251, que había sido puesto en órbita en 1993, pero que no era utilizado desde 1995, según explicaron. El caso es que tenemos como resultado del choque dos nuevas nubes de desechos, compuestas de casi mil quinientos kilos de escombros. La empresa Iridium posee una flota de 66 satélites de telecomunicaciones, y hasta ahora no sufrieron accidente alguno. En la comisión que me tomó ser parte para investigar la culpa del hecho, nos referimos a Rusia, quienes nos dijeron que no era responsabilidad suya porque el satélite había sido lanzado al espacio por la antigua Unión Soviética. Cerca de 6.000 satélites han sido enviados al espacio desde que la antigua Unión Soviética lanzó el primer orbitador habitado, el Sputnik 1, en 1957. De ellos, unos 3.000 satélites siguen operativos, y los otros 3.000 son basura espacial. Por supuesto que las colisiones cósmicas entre restos de naves o basura espacial no son nuevas, pero éste es el primer accidente que involucra a dos satélites intactos, que ahora es un problema de todos. Porque, si bien la estación espacial gira a 354 kilómetros sobre la Tierra, por debajo de la órbita de colisión, siempre existe un pequeño riesgo de que la ISS ingrese en las nubes de escombros, que deben seguir expandiéndose, y podrían forzar a la Estación Espacial Internacional a emprender alguna maniobra evasiva, porque tiene la capacidad de hacer maniobras para evitar escombros si es necesario, y lo ha hecho ya en ocho ocasiones, a pesar de no estar concluida su construcción y total manejo y usos. Es preocupante la basura orbital; antes de este último accidente, había más de 300.000 objetos orbitando la Tierra de entre 1 y 10 centímetros de diámetro, y miles de millones de piezas más pequeñas, y estos mínimos escombros, a velocidades que pueden alcanzar miles de kilómetros por hora, pueden dañar o destruir una nave en que se han invertido recursos, ingenio, tiempo y cuya función se necesita, y ahora tenemos orbitando mil quinientos kilos de basura de una vez.
   Zona esta es famosa en el planeta por su conexión con fenómenos celestes muchos de ellos inexplicables hasta ahora, que en muchos casos involucran a esos objetos voladores no identificados de “zona caliente” según la ufología. Es irresistible preguntar al respecto al profesor S. Whitaker, quien nos dice:
   -Se sabe que en nuestra propia galaxia se ubican sitios donde puede haber vida. Y son miles de lugares. Hace unos días me ha llegado un informe del profesor Duncan Forgan y su equipo de la Universidad de Edimburgo, un eminente exobiólogo y sus discípulos que han estudiado la probabilidad de vida fuera de la Tierra hace varias décadas. El concluye que en nuestra propia galaxia debe existir vida inteligente entre 361 y 38.000 planetas. Han propuesto cálculos generales sobre la probabilidad de vida inteligente en el universo, a través de un proceso de estimación aproximada. Sucede que durante más de 50 años hemos estado descubriendo planetas similares al nuestro fuera de nuestro sistema solar, más de 300 existen ubicados, pero la cifra aumenta continuamente. Ellos experimentan con modelos computacionales de una galaxia muy semejante a la nuestra. Esto permite desarrollar sistemas solares basados en la información que se va conociendo y que recibimos de los satélites o descubrimos en los observatorios astronómicos viendo las galaxias vecinas. Estos datos son sometidos a numerosos escenarios. Por ejemplo, en uno se asume que es difícil que se forme vida pero es fácil que ésta evolucione. Y con esto se ha encontrado que pueden existir entre 361 civilizaciones inteligentes en nuestro alrededor. Un segundo escenario asume que se puede formar vida fácilmente pero habría muchos problemas para desarrollar inteligencia. Bajo estas condiciones se calcula que pueden existir algo menos de treinta mil formas de vida. Otro escenario analiza la posibilidad de que la vida podría pasar de un planeta a otro durante colisiones de asteroides, que es una teoría popular sobre la forma como se formó la vida en la Tierra. Y este enfoque da como resultado la existencia de entre treinta mil y treinta y ocho mil civilizaciones inteligentes. Para la ciencia, creo yo, como astrofísico, la existencia de vida extraterrestre no es el problema, porque tarde o temprano lo comprobaremos, de hecho, si hablamos estrictamente en manera científica, la vida extraterrestre se ha confirmado cuando encontramos agua en Marte, y es potencial la existencia de vida microbiana. El descubrimiento fue hecho con el radar de la sonda “Mars Reconnaissance Orbiter” (MRO), aún cuando los primeros indicios de agua en Marte fueron detectados antes por los vehículos ‘‘Spirit’’ y ‘‘Opportunity’’ y confirmados después por el ‘‘Phoenix’’, también vehículo de la NASA. Sabemos que el agua de los glaciares marcianos se encuentra en latitudes bajas del planeta, lejos de los polos, y en algunos casos a solo unos tres metros de profundidad; cubren una superficie de decenas de miles de kilómetros cuadrados y se extienden desde las montañas marcianas con un espesor en algunos casos de unos 800 metros. Se parecen mucho a los enormes glaciares detectados también bajo la roca en la Antártica y para cuyo estudio se había utilizado el radar que lleva la sonda MRO.
   Dice él: -En la Tierra, esas masas de hielo oculto en la Antártica preservan el registro de antiguos organismos, de vida microbiana, y la historia del pasado climático, y esperamos que lo mismo sea en Marte. En todo caso, te debo responder que la función esencial de los laboratorios astronómicos no es la de investigar vida extraterrestre, sino controlar episodios del cielo que pudieran influir en la Tierra, estudiar fenómenos celestes que nos ayuden a comprender mejor la vida aquí en nuestro planeta, donde hemos tenido que hacer muchas suposiciones sobre cómo se formó la vida y dilucidarlo es nuestro primer obstáculo. Si logramos superarlo, y establecer cuáles planetas podrían tener vida y cuáles no, podríamos sobre esa base seguir un patrón de la evolución en esos planetas y saber en qué grado de civilización se encuentran. En todo caso, cada vez más podemos cuantificar al respecto nuestra ignorancia de forma más efectiva. Igual, para un astrofísico la vida extraterrestre es algo secundario mientras no suceda algo que amerite nuestra atención al respecto. El principal problema que tenemos es que en realidad no sabemos como comenzó la vida aquí en la Tierra, y observando el nacimiento y vida de estrellas en el cielo nos debe ayudar a saber más de nosotros mismos, de aquí la importancia de este nuevo observatorio, LSST siendo el telescopio de mayor alcance en el mundo, representa extensos desafíos en el manejo de datos. El desafío es a nuestra capacidad de convertir los datos que obtenemos al conocimiento, porque cambia la manera en que observamos el Universo, que comenzó a ser explorado en forma continua, abriendo ventanas completamente nuevas que deberán entregar descubrimientos en múltiples áreas de la astronomía y de la física fundamental, y donde las innovaciones en el manejo de datos desempeñarán un papel central.
   Nos dice el profesor S. Whitaker que su trabajo de astrofísico, con los años ha transcurrido entre la investigación y el apoyo logístico en la instalación de observatorios astronómicos, lo que le ha obligado a, “hincar el diente a todo lo necesario de saber para hacer las cosas funcionar al principio, igual que cuando uno construye su casa, en que debe funcionar perfectamente todo lo básico al comenzar. El contacto con profesionales de todas las áreas de la astronomía y la física involucrados en un laboratorio astronómico  como éste, me ha enseñado a deducir cosas que me son verdaderas. Por ejemplo, me basta medir la velocidad con que las galaxias van alejándose unas de otras por la explosión original, para deducir que hace quince mil millones de años se encontraban concentradas en una partícula de un tamaño miles de veces inferior a una cabeza de alfiler, una partícula en la cual está contenido el universo entero, todo lo que sería: galaxias, planetas, el sol y la Tierra, los mares, árboles y plantas.”
   Reconoce el profesor S. Whitaker que aún si se incluyera a los seres humanos en el instante original, como hombre de ciencia puede remontarse hasta una millonésima de segundo después de la explosión creadora, pero no más. Tropieza con el famoso Muro de Planck, bautizado así en nombre del físico alemán que fue pionero en señalar que la ciencia es incapaz de explicar el sentido de la vida sin descubrir la mecánica del comportamiento de los átomos cuando la fuerza de gravedad llega a ser extrema, siendo el límite final del conocimiento, más allá del cual debe existir otra realidad, a la cual hay quienes han accedido confesando luego que se trata de una realidad vertiginosa, una especie de alucinación metafísica que conmociona para siempre. Dice él: “Hace cuatro mil millones de años, lo que llamamos vida no existe todavía; sobre la tierra barrida por el viento y las aguas las moléculas primigenias son agitadas sin tregua por el calor del rayo, las radiaciones y el frío de las tempestades. Estas moléculas incluyen en su estructura cadenas de átomos en alternancia, más carbono, nitrógeno y oxígeno, que al unirse comienzan a formar los aminoácidos que hacen evolucionar la materia hasta engendrar sistemas bioquímicos tan complejos como el hombre y los animales conocidos, protegidos del exterior por membranas celulares. Por supuesto, hay un instante que hace la diferencia entre lo inerte y lo viviente. Como molécula, es decir en la escala de las partículas, ambos son idénticos, a pesar de manifestarse alguna diferencia un escalafón por encima de lo atómico, pero todavía reducida, cuyo salto decisivo es a nivel macromolecular, en que lo viviente parece infinitamente más estructurado, más ordenado que lo inerte. Es decir, la única diferencia entre lo inerte y lo viviente, entre lo vivo y lo muerto, es que uno es simplemente más rico en información que el otro.”
   Así, la vida sería una propiedad que emerge de la materia, una necesidad que obedece a cierta fenomenal instintiva inscripción en el corazón de lo inanimado, que se hace vivo siguiendo la historia de un orden cada vez más elevado. Pero, ¿por qué la naturaleza tiende a ese orden? Pues, si hubiera existido una mínima alteración, el universo no habría dado nacimiento a seres vivos e inteligentes. Le pregunto al profesor S. Whitaker y dice que sería simple responder que, “las cosas son lo que son porque no habrían podido ser de otra manera” o que “no hay sitio para un universo diferente del que nos ha engendrado” pero dice que él cree que “el Universo sabía que el hombre llegaría en su momento”. Le pregunto si él, como hombre de ciencia, cree que esta sabiduría primaria está hecha de puro azar o proviene de “alguna” voluntad, de cierta inteligencia organizada que trasciende nuestra materia, y responde:
   -Una gota de agua está compuesta de moléculas, formadas por átomos que a su vez están compuestos de un núcleo todavía más pequeño y de electrones que gravitan a su alrededor, en el corazón del núcleo con nuevas partículas, como los protones y los neutrones, a su vez con partículas más pequeñas, los quarks, que representan una especie de muro dimensional, es decir, no existe ningún fragmento de materia más pequeño que estos llamados quarks, de acuerdo al mas mínimo tamaño posible de cuantificar. Reina un inmenso vacío inexplicable entre estas partículas, algo así como si tomamos una cabeza de alfiler y para descubrir otro debemos describir a su alrededor una circunferencia de cientos de kilómetros. Si unimos todas las partículas que componen a un hombre, hasta tocarse, tendríamos el tamaño de menos de una milésima de milímetro. Y es este vacío que existe en la materia quien le permite actuar. Una partícula no existe por sí misma sino por los efectos que origina, pues, sabemos que están comunicadas entre sí de una forma y no de otra, dando nacimiento a la variedad de cuerpos y figuras vivas que existen, cada ser con sus particularidades, y algunas especies como el hombre y el tigre, incluso con sus huellas digitales. La singularidad de saber que estamos formados de estas partículas virtuales, que somos una especie de abstracciones existiendo en un mundo ordinario, trabajando toda una vida para concluir que la sustancia de nuestra realidad son cifras, una abstracta red de información que nace del orden y no del caos, en este sentido, buscando ese orden de los números que calman mi mente fue que he llegado a creer en cierto arquitecto universal, en una lógica irrefutable. Como científico, el mundo se determina en el último instante de la observación. Antes nada me parece real, en sentido estricto. Pero al ir más allá observando las estrellas, formadas de una materia no distinta que la de un hombre, que actúan por el campo de atracción de un vacío, concluyo cierta trascendencia, un fundamento universal que enlaza la materia, la vida y la conciencia que nos permite conversar ahora. Para la astrofísica es lógico pensar en un corazón universal.
   El profesor S. Whitaker nos recuerda el famoso experimento del doctor León Foucault en 1851, cuando no se tenía la prueba experimental de que la Tierra giraba sobre sí misma, y en el Panteón de París colgó su famoso péndulo: una bala de cañón de 26 kilos, colgada de la bóveda mediante un cable de 67 metros de largo, y que tardaba dieciséis segundos para ir y volver cada vez. Adherido a la bala, en su parte inferior, había un pequeño estilete y el suelo del Panteón estaba cubierto de arena. En cada ida y vuelta el estilete dejaba una marca diferente en la arena, cada una de ellas unos dos milímetros a la izquierda de la anterior porque la Tierra giraba, mientras el péndulo permanecía fijo. Pero ¿fijo en relación con qué? La Tierra gira alrededor del Sol, que a su vez gira... ¿existe un punto de referencia inmóvil? La conclusión del experimento de Foucault concluye que la inmovilidad del péndulo está determinado por el movimiento del universo en conjunto y no solamente por los objetos celestes inmediatos a nuestro planeta. Todo lo que sucede en la Tierra está en relación con el cosmos, porque cada parte lleva dentro la totalidad de lo que existe. La escritora chilena María Luisa Bombal nos lo dijo así: “A veces pienso que si muevo la mano de esta forma, apuntando hacia lo alto, quizás estoy dando nacimiento a una caracola en una estrella lejana”.
Waldemar Verdugo Fuentes
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